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miércoles, mayo 18, 2005 

Almazen

Un amigo interesado en el mundo zen me solicita que escriba acerca de la imagen borrosa de un caballo corriendo. No sé cómo es aquel retrato y tampoco me interesa. Tengo cuestiones más importantes para resolver. Por ejemplo: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Dios existe? ¿Por qué las mujeres siempre van de a dos al baño? ¿Por qué los perros mueven la cola cuando están contentos? ¿Somos el centro del universo o pequeñas partículas dentro de un cosmos inconmensurable? En una red de pesca: ¿qué son más importantes: los nudos o los agujeros?

Poseo una larguísima lista de interrogantes sin aclarar y me piden que hable acerca del significado de un equino deslizándose ante una mirada miope. No me imagino ni remotamente qué significa eso. Sólo puedo recordar una historia que me contó el chino del mercadito, que tal vez no tenga nada que ver con lo que me reclaman, pero que igual es interesante.

Wong Kung era el dueño de un pequeño mercado de ramos generales en un pueblo cercano a Okinawa a principios del siglo XX.. Allí paraban a comprar provisiones los viajeros en tránsito. Dejaban sus caballos en la puerta y entraban a buscar cigarrillos, comida y a conversar un rato antes de emprender el último tramo del viaje. Wong Kung era un hombre de pocas palabras, pero había aprendido a satisfacer a sus clientes que tenían necesidad de comunicarse. Podía hablar del béisbol, del clima y de las últimas medidas del emperador. Nunca se atrevía a cruzar la frontera de la trivialidad.

Sin embargo, una vez entró un hombre raro a su local. Sonreía y los ojos le brillaban redondos. Pidió un té, lo miró fijo y luego preguntó: “¿Cuál es el sentido de la vida?”

Wong Kung, hábilmente, le respondió: ”Si lo supiera no estaría aquí en este negocio de mala muerte”. El hombre bebió la infusión y arremetió sin perder la sonrisa: “Tú sabes perfectamente de qué se trata el misterio de la existencia. Sólo tienes que agudizar tu vista. ¿Reconoces al caballo que está allí afuera? Cuando lo puedas divisar nítidamente, sabrás para qué estamos en este mundo”.

El cliente desapareció y el comerciante quedó absorto, mientras intentaba adivinar la imagen borrosa del equino. La figura del extraño visitante se recortaba nítida sobre el animal fuera de foco.

“La verdad del secreto de la existencia la tienen los caballos”, pensó Wong Kung, mientras comentaba la enfermedad del emperador con un cliente. Días más tarde cerró el negocio, viajó a Tokio y amasó una pequeña fortuna como corredor de bolsa.

Cuando me mudé perdí el rastro de Omar, el chino del mercadito. Sé que estudiaba reiki y yoga y que tenía conocimientos de budismo. Tal vez esta historia esté inspirada en alguna reflexión zen. O quizás únicamente me la contó para hablar de alguna trivialidad, tal como hacía Wong Kung con sus clientes. Por lo pronto sigo sin saber por qué las mujeres van de a dos al baño.

Creo que eso no deberia importar, como cuando se necesita un diccionario Hombre - Mujer, Mujer - Hombre ilustrado, respuestas a preguntas "que tienes? y dicen "nada", son señales inequivocas que o entendemos mal ciertas palabras o simplemente es un idioma diferente en nuestra lengua.

Sobre el caballo...

Interesante reflexion, creo que cuando tenemos algo rara vez lo vemos.

Salu2

yo se porque las mujeres van al baño de a dos. pero no te lo pienso contar.
besos...
L.

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