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jueves, mayo 05, 2005 

Cofradía del reproche

No les gusta andar por ahí anunciándose como reprochadores, qué va, ellos prefieren la sutileza para dar a conocer su obra al mundo. ¿Quién? ¿Yo? Estás muy equivocado. Demasiado esfuerzo hago para que vengas con esas cosas. Entonces, cuando parece que las aguas se aquietan, callan por un instante y, de repente, miran con cierta carita y de sobrepique escupen alguna que tenían guardada. La dicen rápido, como quien se saca un peso de encima. Después resoplan. A los cofrades del reproche les encanta resoplar. Buff. Buff. Buff. Y en cada resoplido van impregnando el aire con sus demandas.

Los reprochadores porteños miran para atrás y comprenden que las cosas podrían haber sido distintas. Si yo hubiera, si no te hubiera hecho caso, por qué no habré, para qué, por qué. Los cofrades del reproche llevan en la piel marcas de una traición que nunca olvidarán, tienen una madre que no los quiso lo suficiente, un padre que los maltrató, un mejor amigo que les robó la mujer, un jefe que los explota, una nueva mujer que los humilla, tres hijos que les dan disgustos continuamente, un gobierno que los estafa, un portero que los vigila, un policía en el que no pueden confiar, mil delincuentes que acechan en la calle y un chino del mercadito que les saca el trabajo. Buff. Buff. Buff. Bastante esfuerzo hago.


Los miembros de esta cofradía utilizan la ciudad como caja de resonancia para sus iniciativas. Entonces, cualquier habitante más o menos desprevenido puede percibir como se cruzan las demandas. Madre e hija, hermano y hermana, esposo y esposa suelen brindar espectáculos memorables en el arte de la queja. Los ataque se multiplican para regocijo de vecinos y curiosos que escuchan detrás de las paredes.

Al final cede el griterío y se firma una pequeña tregua. Una declaración de paz mínima que concluirá en el preciso instante en el que alguno, después de un silencio más o menos prolongado, mire con carita y antes de resoplar, diga, casi sin mover los labios: viste, yo te dije.

Gracias por tanta magia, Vico. Termino de leer y ahora canto solo, como si estuviera en la cancha:
NO VEO LA HORA...
DE QUE LLEGUE EL DOMINGO...
PARA LEER OTRO TEXTO...
EN EL BLOOOG DE VICO...
Molina

Clara ilustración del Ser porteño. Vico, representante de la Autobiografía Urbana, debemos darle forma a estos escritos y publicarlos. Señores, se viene las "Crónicas del Ángel Azul y Oro". ¡Tiembla Dolina!!
Siempre Tuyo.

Gonzalo Javier Campos.

GRACIAS POR INCENTIVARME A LEER!MISION IMPOSIBLE.
ME SIENTO MUY IDENTIFICADA...QUE DESASTRE!

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