martes, septiembre 13, 2005 

4272 caracteres (con espacios)


El café me está arruinando. Escribo esta frase mientras tomo la enésima taza del día. Me arde el estómago. Estoy al borde de la muerte. Son las siete de la tarde y todavía me faltan diez millones de caracteres para terminar cinco trabajos que tengo pendientes. Me deben dos meses de sueldo y hoy no me lavé los dientes. Mi único amigo es Clippy, el muñequito del Word. Cada tanto intento alguna maniobra prohibida para verlo. Cuando pregunta algo, le contesto ”ocultar”. Sigo trabajando. El Cabernet Sauvignon de joven es alto en taninos. Con la guarda, su color vira al rojo violáceo. El café es intomable. Vomito. El líquido negro lo inunda todo. Me pregunto cuál es la diferencia entre el agua de la canilla y el agua del inodoro. Le agradezco a Dios que me dejen trabajar desde casa.

Al rato suena el teléfono. No me saludan, sólo quieren saber cuándo voy a mandar los guiones. ”Quédense tranquilos”, les digo, aunque en realidad querría poner ”ocultar”. Salgo y voy a Internet. Le mando un mail a mi contacto, en el que anuncio que voy a tardar un día más con la entrega. Me gusta estar en Internet. A mi lado un hombre le está enseñando a disparar al hijo contra el monitor. ”Surgió un inconveniente. Después te cuento. Prometo mandarte todo mañana a la tardecita”. 87 caracteres con espacios. Últimamente cuento los caracteres de cada estupidez que escribo. Mi contacto está perdido. Sabe que ya es demasiado tarde para encargarle el trabajo a otro. Pienso en el blog. Debería subir algo. No sé. Contar, por ejemplo, que el café me está arruinando. Pero no. Desde un principio me propuse no contar que me gusta tomar café ni ninguna de esas giladas.

Compro unas galletitas de agua y vuelvo a casa. Pongo la radio bien fuerte. Dejo de lado al Cabernet Sauvignon (Salvaje de las Cavernas, en francés) y me siento a terminar uno de los guiones. Escribo sin pensar hasta que me acuerdo que no me lavé los dientes.
Suena el teléfono otra vez. La gente de la televisión vive apurada. Les grito que me no me rompan las pelotas y que me paguen lo que me deben. Después vuelvo a la computadora como si nada. Cuando termino ataco las galletitas y me preparo un té. Vomito por tercera vez en el día.

No tengo obra social. Detesto los hospitales. Odio a los médicos. La única vez que le pegué a alguien en mi vida fue a un médico. Le partí la nariz de un puñetazo. Sangró mucho. Me retuerzo en el piso y escucho los rings como si fuera la música del diablo. Levanto el mensaje. Era mi madre. Hace dos meses que no la veo. Otra vez el teléfono. Es mi contacto. Dice que está en problemas, que por favor le mande las notas hoy sin falta porque está a punto de perder el trabajo. La gente de la gráfica vive apurada. Le digo que sí y me dispongo a pasar otra noche sin dormir. Tomo tres aspirinas y noto que la radio siempre repite las mismas tres canciones. Me sorprendo tarareando.

Termino las notas y regreso a Internet. Ya es tarde. Hay mucho humo y unos muchachos gritan y festejan. Yo paso con mi diskette y le envío por mail las notas a mi contacto. Después me quedo mirando algunas páginas. Me gusta estar en Internet porque nadie me conoce. Mientras todos hacen ruido, permanezco en silencio. Veo las caras de mis vecinos. Los espío. Hay una chica que está escribiendo un mail larguísimo. Debe tener como cincuenta mil caracteres, calculo.
¿Qué dirá? Adivino una ruptura. Ella quiere reconciliarse. Las rupturas siempre requieren de pocas palabras. Los frustrados intentos de reconciliación, en cambio, demandan extensos soliloquios.

Vuelvo a casa. Otra vez el murmullo del departamento vacío. Hay olor a vómito. Es casi peor que el olor de Internet. Me dan ganas de lanzar de nuevo. Me ducho. El calefón no se enciende. Tengo que abrir una canilla del lavabo para que se caliente el agua. Dejo que la lluvia me transporte hacia otros lugares. Mañana todo va a ser mejor. Pienso en mujeres de pechos grandes y en páginas repletas de caracteres. Millones de caracteres ya escritos. Correos enviados. Contactos satisfechos. Cheques al portador. Alquiler pago. Vuelos al espacio exterior. Sol. Playa. Celulares con salida al mar.

Cuando me siento frente a la computadora, descubro que está amaneciendo. Lo saludo a Clippy. Buen momento para desayunar. Preparo un café.