Antes de que escribas una palabra, piensa en tu nombre. Si te llamas Pablo García o Juan Domínguez olvida de inmediato la idea publicar lo que sea. Recuerda que los libros son mercancías y los autores, marcas. Por lo tanto, llamarse Domínguez o Fernández sólo te servirá para pelear como un artículo de tercera selección en esos grandes supermercados que se han convertido las librerías. En cambio, si tu nombre se parece al de un personaje de telenovela, como por ejemplo, Alexis Vidallé Thomson, el camino será más fácil.
¿Piensas que ya estás listo para lanzarte a la aventura? Pues ni se te ocurra elaborar una oración unimembre sin escoger una buena leyenda que sirva de explicación a tu fama. Recuerda que todos los grandes autores tienen un subtitulo que los acompaña hasta la eternidad. Podemos citar a Rimbaud que dejó la escritura a los 19 años y se hizo traficante de esclavos. O a Cervantes porque era manco y escribió El Quijote en la cárcel. A Oscar Wilde le gustaban los hombres. Borges era ciego, viejo y conservador. Sabato defendió los derechos humanos. A Bioy Casares le bastó con ser amigo de Borges.
Así que búscate una buena excusa para ser recordado. Si ya la tienes, puedes pasar a la fase posterior: hacerte conocido. Para eso, procura figurar en cuanta solicitada de intelectuales o artistas se vea en los periódicos. No importa que todavía no hayas publicado siquiera un microcuento, la clave es tu nombre sea visible. Si apareces entre las primeras cinco firmas, habrás conseguido el objetivo. Entre el sexto y el décimo quinto puesto irás camino a la fama. En cambio, si estás a la cola, cuando los apellidos suelen confundirse, entonces, deberás replantear la estrategia y buscar un camino radical.
En ese caso, elige a un peso pesado como oponente y dedícate a insultarlo de todas las formas posibles y en todos los idiomas. En el momento en el que los medios de comunicación piquen el anzuelo, tú ya formarás parte del elenco estable de la literatura nacional.
Una vez que lograste superar el escollo de la notoriedad, debes escribir con rapidez tu primer libro. Es importante que no te demores en esta actividad porque sino se pasará tu cuarto de hora. Por lo tanto, concentra tus esfuerzos en lograr un contrato con una poderosa editorial. Allí te brindarán el servicio de numerosos correctores y editores que pulirán el material que hayas presentado y escribirán lo que haga falta.
Otro detalle que no deberías descuidar es la apariencia en la foto de la contratapa del libro. Los expertos recomiendan una leve inclinación de la cabeza hacia la izquierda y que se coloque el dedo índice de la mano derecha sobre el mentón. De esa manera, se acentúa el talante reflexivo y agudo del autor de marras.
Si piensas que una vez que el volumen salió de la imprenta, tu tarea ha terminado, te equivocas de cabo a rabo. Ahora viene la tarea más difícil: enfrentarte a la prensa.
En las entrevistas debes confesar que te costó mucho trabajo terminar el libro y que demoraste casi diez años en ponerle punto final. La reflexión que surgirá de inmediato es que algo que demandó tanto tiempo, necesariamente debe ser interesante.
Cuando te pregunten por tu música preferida di que te gusta el jazz o la ópera. El folklore o la canción romántica no suelen ser bien vistos en esos cenáculos. Tampoco olvides citar nombres de bares que ya no existen. De esa manera, pensarán que tienes muchísimas vivencias en tu haber y que éstas se reflejan en tu obra.
Otro punto fundamental son los autores con los que habrás de referenciarte. Elige uno o dos escritores en la Bolsa de Comercio de la letras y apuesta a que tu nombre quede pegado al de ellos. Por ejemplo, hoy en día las acciones de Witold Gombrowicz están subiendo. Si gastas tu capital en ellas, es probable que la semana que viene caigan a pique y lo pierdas todo. En cambio, es recomendable adquirir papeles de escritores muertos que ya olvidados y trabajar para su reivindicación. Esos bonos cotizan muy bajo y dan ganancias suculentas. Otra operación posible es jugarse por autores desprestigiados como Jorge Bucay o Paulo Coelho. Si logras que suban algunos puntos, habrás amasado una pequeña fortuna.
¿Estás ansioso por la fama? No te preocupes, cada vez estamos más cerca del objetivo. Ahora sólo nos resta que consigas un puesto en una universidad extranjera. Sería preferible que la institución tenga sede en Francia o Estados Unidos, pero si se encuentra en España, Portugal, Guatemala o Asunción del Paraguay, no habrá problemas. El punto es que sea lejos de la avenida Corrientes para que puedas eludir posibles ataques. Si te ven caminando o tomando un café en un bar podrían ensuciar tu nombre.
Ahora sí, ya estás listo para ser un escritor famoso. No olvides cumplir al pie de la letra cada uno de estos consejos y recuerda lo que dijo Hemingway: se necesita el uno por ciento de inspiración y el noventa y nueve por ciento de transpiración.
A transpirar se ha dicho, entonces.